Contar historias
ha sido siempre, una manera propia del hombre, para compartir sus experiencias,
su significado y percepción de la vida, transmitir sus costumbres, tradiciones,
secretos, sabiduría y poder preservarlo para las generaciones futuras.
Hay dentro de cada
uno de nosotros, una semilla contenida del deseo de trascendencia. Y por eso el
contar cuentos, aparece en todas las páginas de nuestra historia humana:
queremos decirle al mundo lo que somos.
La familia que
adopta la costumbre de contar cuentos, va llenando la memoria de sus hijos, de
aprendizajes, comprensiones y reflexiones valiosas para su vida futura.
Una encuesta
realizada en Europa, sobre los recuerdos más queridos de la infancia, puso en
primer lugar, la tradición de contar cuentos.
Cuando le contamos
un cuento a un niño, creamos un momento mágico donde ocurre una comunión
hermosa de almas. Estamos sentados allí, dando un mensaje callado que dice más
que cualquier palabra. Estamos entregando amor y sembrando semillas de
creatividad y seguridad. Los lazos afectivos se fortalecen y la memoria se
nutre de una emocionalidad maravillosa que estará allí el resto de la vida.
Muchas veces en la
edad adulta, en los momentos de crisis, de sentirse perdido, llenos de la incomprensión
de sí mismo y de la vida, aparecen esos recuerdos hermosos y emocionales, que
devuelven la fe, la voluntad y la fortaleza de seguir adelante, con la certeza
de que el amor siempre ha estado allí y la vida puede ser hermosa.
Contar historias
es una manera extraordinaria de cultivar los valores y es una forma sana de tratar
un tema difícil en la familia o la escuela, para reflexionar, comprender y
aprender a manejar sentimientos difíciles o simplemente aprender a expresarse con
seguridad.
Contar cuentos,
también puede convertirse en un momento de diversión y la ocasión para soñar y
también adiestrar la imaginación, para un futuro escolar exitoso. Contar
cuentos es una manera de entrenar la mente para alcanzar una atención y concentración
privilegiada, tan necesaria para poder aprender cualquier cosa en la vida.
El lenguaje de la
mente, no son únicamente las palabras que escribimos y decimos. Son principalmente,
imágenes que evocan esas palabras y la abstracción que de ellas surgen en la
propia consciencia. Por eso, es indispensable educar la mente para IMAGINAR a
través de los colores, sonidos, experiencias, comprensiones y aprender a memorizar.
Aprendemos con mayor rapidez, aquello que va acompañado de
la emoción, la sorpresa, la novedad, la seguridad, la aceptación y el respeto. Nuestro
cerebro está diseñado para aprender así y la neurociencia es una disciplina que
tanto padres como docentes, deben aprender para comprender y ampliar sus
maneras de enseñar y asimilar conocimientos y experiencias.
Esos métodos de enseñanza donde está presente, comparar a
los hijos o a los alumnos para someterlos a una competencia feroz entre ellos,
donde ser mejor que el otro se convierte en la desvalorización del otro y la
prepotencia del que gana, son maneras de NO FORMAR UN MEJOR SER HUMANO.
Los maestros (en
una mayoría importante) se han sumido en la rutina de un quehacer escolar, donde
repiten a diario, las mismas estrategias de enseñar y aprender, sin revisar la
efectividad que tienen en sus alumnos, a quienes tratamos irrespetuosamente
como “clones”. Nos hemos ido olvidando que somos diferentes, que aprendemos a
ritmos distintos y eso no nos hace ni más ni menos inteligentes. La pedagogía,
tiene que seguir abierta a nuevos horizontes aún más prometedores, para poder cultivar
la grandeza y trascendencia del hombre. Acaso, ¿Lo estamos haciendo?
La familia hace lo
mismo. La rutina diaria de irse al trabajo, gritarle a los niños que se vistan
y se apuren. Y por las tardes las mismas preguntas: ¿hiciste la tarea? ¿Qué
hiciste en el colegio…? Y día a día repetimos el 95% de lo que hicimos ayer
(dato científico por cierto) sin incorporar ninguna novedad, otra manera de
hacerlo, detenerse un momento para sentir las propias emociones. Y todo esto lo
hacemos sin casi darnos cuenta del automatismo en el cual vivimos: vivir por vivir
aceptando el estrés laboral, familiar y social, como una mal imposible de
escapar.
¿Dónde quedó ese
momento de comunión con el otro para sentirse vivo y darle a la vida un matiz
diferente, estando presente en cada momento que existimos y dejando atrás las programaciones
familiares y culturales, que sin darnos cuenta nos mantiene acorralados en la
rutina?
Quiero simplemente
llamar tu atención en esa actividad amorosa de contar cuentos a tus hijos y a
tus alumnos. La humanidad atraviesa
serios problemas. Hay mucho que arreglar y la EDUCACION es la vía al
alcance de cada uno de nosotros para realizar la transformación de la raza
humana. Los padres tenemos inmenso poder en nuestra manos para educar(nos) y
eso requiere de nuestra preparación para conseguirlo.
Mamá, papá,
docente, te recuerdo la responsabilidad que tienes de hacer un mundo mejor a
través del legado que transmites a los niños ¿Es una utopía lo que te digo? Yo
creo que no. Y hay que comenzar ahora,
siempre la oportunidad está presente. Nunca es tarde.
Planifica
cotidianamente esos espacios para contar cuentos. Hacerlo a diario se convierte
en hábito y este es un extraordinario hábito para incorporarlo a la propia vida.
En el colegio es necesario hacer lo mismo.
Recomiendo a las
instituciones educativas, crear Campañas para “contar cuentos” e involucrar a los
padres como protagonistas del proceso, para que sumen en la actividad escolar
sus esfuerzos de educar mejor a sus hijos. Tiene extraordinarias ventajas
hacerlo, ya que fortalece la relación padres – docentes – colegio, a través de compartir
un aprendizaje nuevo en pro de una mejor sociedad y sobre todo retomamos la
relación de amistad con el otro.
Muchas escuelas donde
la relación entre padres y docentes es tensa, se han beneficiado de estas
actividades, porque las partes dejan de culparse y dejan de ser espectadores de
sus problemas involucrándose en las soluciones de los mismos.
Mi Niño Genio, les
ofrece a las escuelas, PROGRAMAS adaptables a escenario escolar, para iniciar la aventura de
poner al servicio de la educación, el contar cuentos en una dimensión aún más
provechosa para la educación de los niños.
Pueden
contactarnos a través de nuestro blog www.mininogenio.blogspot.com,
nuestro mail: magdalena.sosnowsky@gmail.com
y nuestros teléfonos en Caracas – Venezuela: 02129773627 y 04129951687.
Magdalena Calvo de
Sosnowsky – Master en Familia y realizando actualmente un doctorado en Ciencias
de la Educación.
MI NIÑO GENIO, al servicio de los padres y un mejor ser humano