“Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona.
Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa.
Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación.
Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo” proverbio chino
Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa.
Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación.
Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo” proverbio chino
La
Corresponsabilidad Familiar, se
refiere a la organización, reparto, participación y negociación de las
actividades relacionadas con las tareas y las actividades, que cada miembro de la familia debe
asumir, con el propósito de cooperar de manera justa, armónica y solidaria en
la dinámica familiar.
Las CUATRO dimensiones de la Corresponsabilidad Familiar son:
1.-
Reparto “justo” de las tareas: se refiere a la asignación de
actividades. Lograr exitosamente esta asignación, requiere tomar en cuenta las
siguientes sugerencias:
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Se recomienda concluir la
negociación, con un “Acuerdo escrito“
que recuerde por sí solo las actividades y responsabilidades, evitando
recordatorios innecesarios. De esta manera se promueve el cumplimiento natural
de los acuerdos.
.
2.- Seguimiento a las tareas: se
refiere a la ejecución y seguimiento de las tareas para lo cual los adultos
deben asegurarse, que cada miembro de la familia sabe lo que tiene que hacer y
tiene claro el resultado que se espera. Para ello es importante ilustrar paso a
paso, principalmente a los niños y a los adolescentes, como realizar su tarea. Hay
que asegurarse que todos han
entendido: la naturaleza de la tarea,
cómo realizarla, la frecuencia que se requiere y los resultados esperados.
3.- Responsabilidad 100%: se
refiere al proceso de hacer conciencia que la vida familiar es un asunto de
todos. Que ser familia significa pedir y dar. Que no somos una individualidad
aislada sino que somos también un equipo que requiere de coordinación y
organización para funcionar armónicamente. Que los padres son el principal
modelo y “motor” para “mostrar”
esa coherencia familiar. No se trata solo de que cada miembro asuma “su parte o su tarea” sino que también es
necesario cultivar dentro de la familia la solidaridad y el trabajar juntos para buscar soluciones en “conjunto” porque “la familia es de todos” y porque “la casa es de todos”.
Cuando ocurran las fallas y los errores es importante recordar, que el objetivo de cualquier experiencia es aprender,
corregir y promover la cooperación espontánea de todos. La armonía depende de esto y las
tareas hay que realizarlas cuando se necesitan y no cuando le convenga a cada
uno.
4.- Reconocimiento, se
refiere a la valoración que gana la personas por el cumplimiento de sus tareas. Es importante
que cuando se hace bien una tarea se realice el merecido reconocimiento.
Cuando los padres y los hijos aprenden a reconocerse unos a otros por la tarea bien
realizada, se crea una sinergia de motivación y aprecio mutuo.
Para realizar un
reconocimiento efectivo es muy importante evitar los “pero” y dar el reconocimiento en función de los aspectos a reforzar
en el comportamiento, la actitud y la emocionalidad de cada uno. Si faltasen “ajustes” para hacer mejor la tarea, no
es en el momento del reconocimiento que usted hará estas observaciones. Haga el
reconocimiento con “sentimiento genuino”
y sobre todo diga lo positivo que siente. El reconocimiento es un espacio para
centrarse en los aspectos “buenos”
del otro y para reforzar el compromiso de cumplir.
Lograr
la corresponsabilidad familiar, tiene muchísimos beneficios, entre ellos:
1.- Reducir el estrés familiar, consecuencia de las
diversas tareas cotidianas del hogar
2.- Aprovechar el trabajo en conjunto, coordinado y
acordado, para profundizar en los valores de cooperación, solidaridad,
responsabilidad y respeto
3.- Crear un espacio para apreciar el aporte de cada uno
y fortalecer el sentido de pertenencia y la comunidad de la familia.
Decida¡ poner
orden en casa. Atrévase¡
a negociar las actividades con sus hijos, se sorprenderá de lo útil que resulta
que ellos asuman sus responsabilidades. Reconozca¡ la tarea bien hecha, se sorprenderá
del efecto que esto tendrá en la motivación y Crea que es posible lograr una
vida familiar armónica y gratificante. Es posible¡
Me
despido con esta historia de Jorge Bucay
OBSTÁCULOS
Voy andando
por un sendero. Dejo que mis pies me lleven. Mis ojos se posan en los árboles,
en los pájaros, en las piedras. En el horizonte visualizo una ciudad… Siento
que la ciudad me atrae. Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo
encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis
ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que
necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento,
por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis
éxitos.
Me imagino
que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella... el
sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. Sigo.
Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una
enorme zanja me impide el paso. Temo... dudo.
Me enoja que
mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la
zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo
caminando. Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera
y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me
sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo. Veo
que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que están
allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en
renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto. Empiezo a construir el puente.
Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al
llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea
la ciudad de mis sueños... Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo.
No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro
impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De
pronto veo, a un costado del camino, un niño que me mira como si me conociera.
Me sonríe con complicidad. Me recuerda a mí mismo... cuando era niño. Quizás
por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se
encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí? Los obstáculos
no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.
Hasta la próxima vez…
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